Pero antes del nacimiento, según Chiappe, tendría que haber "contacto íntimo entre el macho y la hembra", aunque se desconoce cómo dos animales tan grandes podían montarse. Una vez resuelta la fecundación, la hembra excavaba en ese "santuario" un nido donde depositaba una puesta que llegaba a alcanzar los cuarenta huevos y que, quizá, cubría con hojas y plantas para su protección. Los huevos medían entre 12 y 15 centímetros y poseían una cáscara "relativamente fina", a juicio de Chiappe, quien recordó que todavía se desconoce el tiempo que transcurría hasta que la cría rompía el caparazón. Lo que sí sabe, por contra, es que estos reptiles crecían a gran velocidad, ya que de una longitud inicial de unos 30 ó 40 centímetros podían alcanzar los veinte metros en unos veinte años.
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